Páginas: 747
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Argumento: Tercer libro que cierra la trilogía dedicada a una saga familiar en Nueva Zelanda a finales del siglo XIX.
Opinión y comentarios: Superadas las duras pruebas que les hizo pasar la autora en el libro segundo, la mayoría de los protagonistas ya están establecidos y viven asentados y tranquilos, sin embargo quedaron algunos cabos sueltos que la autora cierra en este tercer libro de forma magistral.
Y como no, la vida, y las ilusiones y proyectos de la nueva generación, abren también nuevas historias y aventuras, siendo los principales protagonistas de la trama el joven Robin y su prima Aroha.
La autora de nuevo nos mezcla ficción y realidad, situando a sus personajes ficticios en escenarios y acontecimientos de la época, como la erupción volcánica del monte Tarawera, que dejó enterradas a las famosas terraces, consideradas la octava maravilla del mundo, y que hasta entonces habían sido ruta de visitantes, en una Nueva Zelanda donde había empezado a florecer el turismo.
Pero no es este el único acontecimiento que relata de lo que fue la Historia de Nueva Zelanda en la época. El florecimiento de los teatros, las nuevas fábricas textiles y sus duras condiciones de trabajo, la industrialización y el movimiento obrero, el problema de la emigración china, y la adaptación de los Mahoríes a la nueva forma de vida occidental, son algunos de los temas que trata, entre otros muchos.
Sin tanta emoción como el segundo libro, pero también muy interesante de leer, nos ofrece un buen final a una saga que sin duda es la mejor que he leído hasta ahora de la autora.
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